Bernardo Alberte (1918-1976), peronista y revolucionario
Por Emilio J. Corbière
Recuerdo a Bernardo Alberte, en las vísperas del golpe militar de 1976. Lo visité en su departamento de Avenida del Libertador, como redactor de “La Opinión”. Alberte condenó a los militares que iban a dar el golpe y reclamaba que el gobierno detuviera a Jorge Rafael Videla y otros golpistas. Pero no tenía confianza en el gobierno de María Estela Martínez de Perón, personaje mediocre que había respaldado al criminal José López Rega y a la Triple A.
Tenía razón Alberte, militar de estirpe sanmartiniana que no deshonró su investidura como los militares del Proceso.
Lo recuerdo a Alberte en 1968, durante la dictadura del general Juan Carlos Onganía, en el local de Paseo Colón, de la CGT de los Argentinos. Allí concurríamos con el dirigente gremial socialista Eduardo Arrausi. Alberte fue un ejemplo como lo fueron, en el peronismo, John W. Cooke, Andrés Framini, la querida e inolvidable Alicia Eguren, Gustavo Rearte, Juan José Hernández Arregui, entre otros, y no los monigotes actuales. Fue delegado de Juan Perón y secretario general del Movimiento Peronista bajo la dictadura de Onganía. Era un militante de hierro pero detrás de su adustez había un varón cordial, un compañero entrañable, que siempre buscó la unidad de los revolucionarios. Nunca buscó cargos, ni candidaturas, ni prebendas. Fue solidario con los perseguidos. Por todo eso, los militares criminales lo fueron a buscar a su domicilio y allí lo asesinaron.
Alberte fue un joven oficial del Ejército que participó como tal los días 16 y 17 de Octubre de 1945 en la movilización popular que dio nacimiento al justicialismo. Era edecán de Perón cuando se produjo su derrocamiento en 1955. Había participado de la defensa frente a los bombardeos durante aquel fatídico año, cuando la marina lanzó sus bombas desde sus aviones en pleno centro porteño, como los nazis hicieron en Guernica contra los vascos.
Cuando la banda criminal lo sorprendió en su domicilio, estaba escribiendo un documento donde denunciaba el secuestro y asesinato de Máximo Altieri, un joven de la Corriente Peronista 26 de Julio. Es justo el homenaje a este militar como es justo condenar a sus asesinos repulsivos.
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