lunes, 25 de agosto de 2008

Las actuales guerras del Mossad: Iran, Hezbollah & CIA

Artículo escrito por Ramiro Anzit Guerrero*



El Mossad (Ha-Mosad le-Modi' en u-le-Tafkidim Meyuhadim) que significa Instituto para la Información y los Asuntos Especiales, tiene la responsabilidad del conjunto de las actividades de recolección de información, las operaciones clandestinas y la lucha antiterrorista del Estado de Israel. Sus prioridades son la vigilancia de las naciones y organizaciones árabes a través del mundo. Pero, el Mossad actúa también en el marco de movimientos clandestinos judíos en Siria, en Irán así como en Etiopía. Localiza a sus agentes también en los antiguos países del bloque comunista, en los países occidentales y en las Naciones Unidas. Sus cuarteles generales tienen base en Tel-Aviv. Actualmente, esta agencia dispone de cerca de 1500 empleados. La identidad del jefe del servicio es secreta, pero en marzo de 1996 el Gobierno israelí anunció el nombramiento del General Danny Yatom, como sustituto de Shabtaï Shavit en el mando de la organización, con lo cual la identidad de la autoridad máxima del Mossad paso a ser publica.

El Mossad forma parte de las oficinas de información israelíes, como el Aman (inteligencia militar) y el Shabak (seguridad interior). Su papel es comparable a la CIA (Estados Unidos), el MI6 (Gran Bretaña) y el DGSE (Francia). La razón de ser del Mossad y sus agencias periféricas es la necesidad para Israel de informarse en cualquier momento, del estado del Mundo y sobre todo de su medio ambiente cercano, con el fin de poder garantizar la existencia de Israel.

En sus orígenes el Mossad fue conocido bajo el nombre de Instituto Central para la Información y la Seguridad. El mismo se funda el 1 de abril de 1951 bajo la iniciativa del Primer Ministro de entonces, David Ben Gurion, que establece la nueva agencia: "para nuestro Estado que desde su creación no deja de ser asediar por su enemigos, la información constituye la primera línea defensiva”…”nosotros debemos aprender a analizar lo que pasa en torno a nosotros".

El Mossad consta de 8 divisiones, pero el detalle de la organización interna de la agencia sigue siendo indeterminado:

La División de Información es la más importante. Tiene la responsabilidad de las operaciones de espionaje, a través de sus bases oficiales o clandestinas en el extranjero. Este departamento se divide en oficinas, cada una de ellas siendo responsable de una zona geográfica, de las sub-bases que allí se encuentran, y de los agentes que dirige.

La División de Relaciones Internacionales se ocupa de las relaciones y operaciones conjuntas con las agencias de los países amigos y con los países que no disponen de contactos normales con el Estado de Israel. En las estaciones de gran importancia como París, el Mossad dispone, bajo la protección de la embajada, de 2 responsables uno afiliado a la división de Información, otro a la de Relaciones Internacionales.

La División de Operaciones Especiales (METSADA en hebreo) conduce las operaciones de asesinato de objetivos sensibles, de actividades de sabotaje, paramilitares y de guerras psicológicas.

La División de Guerra psicológica (Loh' ama Psichologit) como su nombre lo indica se ocupa de la guerra psicológica, la propaganda y las operaciones de intoxicación.

La División de Investigación es responsable de la interpretación de la información. Para eso, proporciona un informe diario, un boletín semanal y un cuaderno mensual detallado. Este departamento se divide en 15 zonas geográficas que son los Estados Unidos, Canadá, Europa Occidental, Rusia y la CEI, China, el continente africano, Latinoamérica, el Magreb (Marruecos, Argelia, Túnez y Libia), el Líbano, Irak, Jordania, Siria, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos e Irán. Una oficina Anexa sigue la evolución de los proyectos de armamento de los países vecinos.

Cabe destacar que Israel cuenta también con el Shabak (ex Shin Bet) que es el Servicio de Seguridad General (en hebreo, Shérout Ha-Bitah' él Ha-Klali). El Shin Beth es el servicio de contraespionaje y seguridad interior del Estado de Israel. Incluye a 3 divisiones operativas y 5 secciones de reservas:

La División de Asuntos Árabes es responsable de las operaciones antiterroristas y de la actualización de un fichero de terroristas árabes.

La Sección Militar del Shabak (HENZA) trabaja en cooperación con el cuerpo de tropa del Aman (Inteligencia Militar) para combatir los motines en los territorios ocupados. Tiene por objetivo infiltrar las oficinas de información extranjeras y las misiones diplomáticas en Israel, así como interrogar a los inmigrantes de antigua URSS y Europa del Este.

La División de Seguridad garantiza la protección de las instalaciones gubernamentales, diplomáticas (Embajadas) y científicas, de las industrias militares, y de los vuelos de la compañía nacional EL-Al.

El Shabak supervisa las actividades de los movimientos de extrema derecha y los movimientos subversivos de izquierda. Toda persona de nacionalidad extranjera puede ser sometida a una vigilancia del Shabak, que dispone de una amplia red de agentes e informadores.

Desde 1987, Israel condena el uso de la tortura pero permite utilizar ‘moderadamente’ la presión física y psicológica para obtener información. Así pues, el código penal israelí prohíbe a un agente de las fuerzas públicas usar la fuerza para obtener información, pero esta autorizado el jefe del Shabak por ley a adoptar ‘medidas especiales’ que sobrepasan el marco del uso moderado de la presión, exclusivamente en el caso donde están en juego vidas israelíes.

LA CAIDA EN LA IMAGEN PÚBLICA Y LA GUERRA PSICOLOGICA INTERNA

Desde hace varios años, el Mossad parece haber perdido parte de su eficacia, aunque solamente las operaciones que han fracasado han visto la luz, como en el caso de los servicios de seguridad egipcio que desmontaron 7 redes israelíes en 1996, mientras que en los 15 últimos años, se habían instalado solamente 20. Esto provocó una verdadera crisis en los servicios de información israelíes. Esta situación quizá se debe al hecho de que la eficacia de los servicios de información extranjeros aumentó con relación a su nivel de los años 1960, período brillante para la inteligencia israelí entonces pionera en este tema.

Un informe del Knesset (Parlamento israelí) pone de relieve el deterioro de la credibilidad de los servicios de información israelíes, desde su participación en la campaña de intoxicación sobre las supuestas armas de destrucción masiva iraquíes. Conducida con el mismo método que Estados Unidos y Gran Bretaña esta campaña había suscitado una psicosis aguda en el Estado judío, ante la advertencia de los servicios que habían mencionado una posibilidad de ataque a la población por parte de Saddam Hussein para destruir Israel. La investigación parlamentaria, presidida por el diputado del Likud, Yuval Steinitz, no permitió determinar si los servicios se habían equivocado o si habían cedido a presiones del gabinete de Sharon.

Esta amenaza se presentaba como completamente real durante los seis meses que precedieron al desencadenamiento de la invasión de las tropas de la Coalición en Irak. En marzo de 2003, el ejército israelí había desplegado sus defensas antimisiles en la región de Tel-Aviv, con el fin de poder asegurarse contra un posible ataque de misiles iraquíes. Se invitaba a la población a equiparse del material necesario para su protección, como agua mineral, conservas, baterías y linternas. A pesar de esto, el jefe de los servicios de información militar israelíes, el general Aharon Zeevi, ya había constatado que Irak no había desplegado misiles Scud en la parte occidental de su territorio, volviendo improbable la posibilidad de ataques dirigidos contra Israel. Pero sus observaciones pasaron inadvertidos, en el mar de información alarmista difundida por los medios de comunicación y las autoridades israelíes.

Incluso es posible afirmar que, por sus repetidas declaraciones públicas sobre la ‘amenaza iraquí’, la administración israelí participó ampliamente en la campaña de desinformación llevada adelante principalmente por los Estados Unidos y Gran Bretaña. La primera de estas declaraciones se remonta al 13 de agosto de 2002, dos semanas antes de que el Vicepresidente estadounidense Dick Cheney designe el ‘objetivo iraquí’, en un discurso pronunciado ante un grupo de veteranos norteamericanos.

En ese clima tenso el ejército israelí anunció haber puesto a punto un nuevo modelo de máscara anti gas, más eficaz y más fácil de utilizar. El Ministerio de Salud, sobre la base de esta información, prepara entonces una posible campaña de vacunación general contra la viruela. A principios de agosto, el mismo Ministerio ya había anunciado que se había seleccionado a cien miembros de su personal para fabricar el plasma humano necesario para la preparación de una vacuna contra la peste bubónica que podrían contener los misiles iraquíes. Al día siguiente, a pesar de las llamadas a la calma del Ministro de Defensa, Benyamin Ben Eliezer, el Director General del Ministerio de Defensa, Amos Yaron, anuncia la próxima distribución de píldoras de yodo a la población, con el fin de reducir los efectos de las radiaciones radioactivas, lo que abasteció naturalmente a la psicosis general y contribuyó a acreditar la idea según la cual Saddam Hussein dispondría de armas nucleares.

Los medios de comunicación israelíes se apoderan del tema y lo trataron permanentemente. El recuerdo era aún vivaz de los 39 misiles iraquíes que habían afectado a Israel durante la primera guerra del Golfo, en 1991. Los periodistas en la televisión opinan de forma unánime: los misiles que Bagdad podría lanzar sobre Israel se dotarán con cabezas químicas o biológicas susceptibles de causar millares de víctimas. La avalancha sobre las máscaras anti gas es inmediata. El propio Estado enumera la marcha que debe seguirse en caso de ataques: sirenas de alerta, preparación de las habitaciones protegidas, ir a los refugios, empleo de las máscaras anti gas.

Mientras que la amenaza de bombardeo químico permite suscitar un miedo intenso en la población, se distribuye un folleto a cada familia en el que se enumeran las medidas que deben adoptarse en caso de ataque, a principios de febrero de 2003. El mismo indica, en particular, cómo preparar un refugio y asegurarlo contra un ataque químico o bacteriológico. Se agrega una lista de productos que deben comprarse. Tales acciones de gran envergadura, apoyadas por enlaces de información, no pueden basarse en simples convicciones personales de los cronistas, estos resaltan que la información pudieron leerle en informes obtenidos de los servicios de inteligencia.

Es así que el Mossad, como los otros servicios de información israelíes, participó en la campaña de intoxicación lanzada por George W. Bush y Tony Blair a partir de agosto de 2002. A esta conclusión llega, en diciembre de 2003, un informe del Centro Jaffee de Estudios Estratégicos, en Tel Aviv. Su autor, el general de reserva Schlomo Brom, resaltó como las comisiones de investigación que trabajaron en los Estados Unidos y el Reino Unido, sobre los "errores" de los servicios de inteligencia, olvidan que había un tercer socio importante que apoyaba esta información, según la cual Saddam Hussein disponía de armas de destrucción masiva y los medios para lanzarlos, y este tercer socio era Israel.

Los servicios de información israelíes fueron un socio de pleno derecho para la presentación de las capacidades no convencional iraquíes por el Reino Unido y los Estados Unidos, y es así como los fracasos de la guerra en Irak demuestran fracasos y debilidades inherentes a los servicios de información y a los responsables israelíes. Tales errores podrían reproducirse en el futuro si la cuestión no es objeto de una investigación completa. Los servicios de información exageraron en gran parte el riesgo de un ataque no convencional sin atrever a decir que era prácticamente nulo. Sólo en la víspera de la ofensiva, una vez que la población se había equipado perfectamente a fin de soportar un ataque, Ariel Sharon anunció, el 15 de marzo de 2003, que existía un 1% de posibilidad de que Israel fuera atacado.

El informe del Centro Jaffee destaca ‘el elevado precio financiero’ de las medidas defensivas adoptadas por Israel. Pero no es este el punto más grave. Al exagerar la amenaza, la inteligencia israelí sobre todo debilitó considerablemente su credibilidad para con la población israelí y los servicios de información extranjeros. Schlomo Brom trata a su modo de ver esta falla de los servicios de información, vinculados al síndrome de la guerra de octubre de 1973, cuando estos mismos servicios no habían conseguido anticipar el ataque contra Israel. La visión israelí de la amenaza iraquí simplemente se debe a una concepción dogmática. Las oficinas de información fueron sumergidas por una visión unidimensional de Saddam que lo describían como la encarnación del Mal, un hombre sujeto a la obsesión de desarrollar armas de destrucción masiva para afectar Israel entre otras cosas. Pero Brom no excluye sin embargo que sospechas de manipulación política no manchen duraderamente la credibilidad de las agencias ya que las oficinas de información extranjeras podrían perder confianza en la información israelí, y sospechar de que Israel proporciona pistas falsas con el fin de convencer a los otros países de adoptar su posición política.

Los servicios de información israelíes son famosos por su eficacia, hasta el punto que el Mossad hasta tiene que vender una parte de la información que recoge a otras agencias extranjeras, práctica habitual posible por la extrema fiabilidad concedida por la comunidad internacional de la información a los trabajos de los agentes israelíes. Este hecho es amenazado por la participación de Israel en la campaña de intoxicación relativa a las armas de destrucción masiva supuestamente en poder de Saddam Hussein. Israel, que había sido el primer país pendiente y alerta del programa nuclear iraní a mitad de los años noventa, podría así encontrarse desacreditado, y ya no beneficiarse de la misma atención que antes, por parte de los servicios occidentales, principalmente en Europa. Sus advertencias sobre los programas de armamento de sus vecinos - y de sus adversarios - podrían en adelante ignorarse. Es necesario para los servicios de información israelíes restaurar esta credibilidad.

El hecho de que los responsables de las oficinas de información hayan podido estar convencidos de la necesidad de mentir, y en consecuencia de poner en juego su credibilidad, revela la amplitud de las presiones políticas que pesa sobre ellos y que los impulsa a defender una posición belicista. La transformación de un servicio de inteligencia en órgano de propaganda no es una señal de buena salud democrática. Pero al menos este episodio habrá tenido el mérito de hacer caer la confianza ciega que los israelíes y los Gobiernos extranjeros concedían al Mossad. En la actualidad, hay un hecho probado: incluso el mejor servicio de información del mundo no está al resguardo de manipulaciones políticas. En este sentido será necesario para los demás servicios de espionaje desconfiar de los datos que produce, en particular, con respecto a Siria, próximo objetivo probable de los Estados Unidos.

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