miércoles, 22 de octubre de 2008

A los 64 años del 17 de octubre de 1945


17 DE OCTUBRE: UN NUEVO ANIVERSARIO “EL SUBSUELO DE LA PATRIA”


Un escrito en la Cátedra Libre de Historia

Nacional "JOSÉ MARÍA ROSA"

Los episodios del 17 de octubre de 1945 han sido relatados una y mil veces por historiadores y protagonistas. La importancia del suceso: nada menos que la irrupción de la clase trabajadora en la condición de protagonista de nuestra historia, y la riqueza de muchas de las descripciones existentes nos obliga a tratar de sintetizar los hechos principales con ayuda de algunos de los más ricos testimonios de esa jornada.

* “Yo hice el 17 de Octubre”, afirma con escasa modestia y dudoso acierto el venerable Cipriano Reyes.

¿Quien lo organizó, en realidad? -“¡Que se yo Nadie... Todos...” fue la respuesta que dio a esa pregunta de Arturo Jauretche el puntero de Gerli Pedro Arnaldi, cuando el martes le dio la primicia. “La gente se viene para Buenos Aires”, le contó al líder de FORJA, que se desayunaba en ese momento: “Todos están con Perón .

“La cosa, dice Félix Luna,- había empezado bien temprano, a la hora en que los obreros van llegando a las fábricas con la bronca del madrugón y el sabor amargo del mate en la boca.

Pero esta vez no entrarían. Una consigna transmitida casi telepáticamente los detenía en los ingresos, los iba agrupando afuera y los fue sacando hacia las avenidas.

“En la mañana... vinieron a buscarnos al Sindicato....unos compañeros de Barracas”.

“¿Que pasa?”.

“En Avellaneda y Lanús la gente se está viniendo al centro...No sabemos quien lanzó la consigna, pero toda la gente está marchando hace algunas horas hacia Buenos Aires”.

“Pero la CGT... dio la orden de la huelga general. ¿Que es esta marcha”?.

“No sabemos. La cosa viene sola. Algunas fábricas que estaban trabajando...han parado el trabajo, pero los hombres, en vez de irse a la casa, enfilan hacia Plaza de Mayo.

* Había comenzado ya la histórica jornada del 17 de octubre, con su epopeya popular, sin parangón en la historia política contemporánea. El día en que el pueblo irrumpió con toda la carga de viejas injusticias y de justos resentimientos contra la Argentina oficial.

Una rebelión que pudo ocurrir en cualquier momento, empujando a los dirigentes desde abajo, porque el peronismo de octubre fue, por sobre todas las cosas, la realidad que se alzaba contra las formas racionales que le habían sido impuestas desde arriba, en la década del 80.

* Era en suma la faz escondida de la Argentina: la parte grande del témpano, inmersa y oculta bajo la línea de flotación... Faz que los viejos políticos y la inteligencia desconocían y ni podían imaginar siquiera”.

“Era muy de mañana... El coronel Perón había sido traído ya desde Martín García...De pronto me llegó desde el oeste un rumor como de multitudes que avanzaban gritando y cantando por la calle Rivadavia: el rumor fue creciendo y agigantándose, hasta que reconocí primero la música de una canción popular y en seguida su letra:

“Yo te daré / te daré, Patria hermosa / te daré una cosa / una cosa que empieza con P / ¡Peroooon!’ Y aquel ‘Perón’ retumbaba como un cañonazo...”

Me vestí apresuradamente, bajé a la calle y me uní a la multitud que avanzaba rumbo a la Plaza de Mayo. Vi reconocí y amé a los miles de rostros que la integraban: no había rencor en ellos, sino la alegría de salir a la visibilidad en reclamo de su líder.

Era la Argentina invisible que algunos habían anunciado literariamente, sin conocer ni amar sus millones de caras concretas y que no bien las conocieron les dieron la espalda.”

La alegría y los cánticos. Esa era la característica identificatoria de los que desembarcaban en una ciudad que los miraba con temor y desconfianza.

“Perón no es un comunista / Perón no es un dictador / Perón es hijo del pueblo / y el pueblo está con Perón”.

* Américo Ghioldi, entre la poesía y los análisis sociológicos, intentaba explicar los hechos, seis días después:

“En los bajos y entresijos de la sociedad hay acumuladas miseria, dolor, ignorancia, indigencia más mental que física, infelicidad y sufrimiento. Cuando un cataclismo social o un estímulo de la policía moviliza las fuerzas latentes del resentimiento, cortan todas las contenciones morales, dan libertad a las potencias incontroladas, la parte del pueblo que vive ese resentimiento y acaso para su resentimiento, se desborda en las calles, amenaza, vocifera, atropella, asalta a diarios, persigue en su furia demoníaca a los propios adalides permanentes”.

* OTRA FORMA DE CATACLISMO FUE LA QUE VIO RAÚL SCALABRINI ORTIZ.

“Un pujante palpitar sacudía la entraña de la ciudad. Un hálito áspero crecía en las densas vaharadas, mientras las multitudes continuaban llegando. Venían de las usinas de Puerto Nuevo, de los talleres de Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas de San Martín y Vicente López, de las fundiciones y acerías del Riachuelo, de las hilanderías de Barracas.

Brotaban de los pantanos de Gerli y Avellaneda o descendían de las Lomas de Zamora. Hermanados en el mismo grito y en la misma fe iban el peón de campo de Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor, el mecánico de automóviles, el tejedor, la hilandera y el empleado de comercio.

“Era el subsuelo de la patria sublevada. Era el cimiento básico de la Nación que asomaba como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto... eran los hombres que están solos y esperan, que iniciaban sus tareas de reivindicación”.

* EVITA Y EL 17

A esta altura el debate sobre la participación de Evita Duarte en la organización de la jornada de octubre resulta ocioso.
No tiene valor alguno la leyenda que la pone a la cabeza de los trabadores o la hace circular por los gremios, lanzando consignas. Evita no tenía en octubre de 1945 ni la experiencia que ganaría aceleradamente en los años siguientes, ni mucho menos las relaciones políticas y sindicales indispensables.

Hizo todo lo posible, es decir lo que ella podía entonces, para lograr la libertad de su compañero, más allá, sin duda, de toda especulación política. Pero no pudo entrar al Hospital Militar ni conseguir el abogado que buscaba para gestionar un habeas corpus y, según parece, fue reconocida por un taxista que la entregó a los heroicos estudiantes que ocupaban la antigua facultad de Derecho en la Avenida Las Heras.

Estos la golpearon y Evita se refugió aparentemente en la casa de su amiga, la actriz Pierina Dealessi. Tuvo que seguir los acontecimientos por radio y, sólo después de medianoche pudo reunirse con Perón.

A medio día la multitud en la Plaza era de varios miles. Vernengo Lima estaba preocupado y pretendía que la policía la desalojara, pero era evidente la actitud complaciente de ésta, que no cumplía las órdenes de Ramírez. El jefe, ante la indiferencia de los cuadros, terminó por dejar la renuncia en su despacho y mandarse a mudar. Más tarde Velazco se hizo cargo de la jefatura.

* José María Rosa, que se había acercado, tal vez con más curiosidad que otra cosa, cuenta que oyó “consignas nacionalistas -nuestras consignas- que me desconcertaron por que no imaginaba que hubieran llegado hasta ellos.

“¡Patria si, colonia no!”...

"Vi episodios entre dramáticos y risueños. Frente al edificio donde estaba entonces el Club del Progreso, en Avenida de Mayo al 600 un señor de edad trajeado a la antigua, de galera, cuello palomita y chaleco, apoyado en su bastón... contemplaba el curioso espectáculo.

Uno de los descamisados que marchaba por la vereda, dio un golpe con el pie al bastón haciendo caer al anciano. Este se levantó, y dio un bastonazo en la cabeza al insolente, que cayó al suelo...Los manifestantes...corrieron hacia él. El caballero de la galera y el bastón no escapó...Yo, y supongo que todos, lo dimos por muerto. Los descamisados llegaron hasta el caído, lo ayudaron a levantarse: “No te hemos dicho que hay que andar con cultura”... ¡Discúlpelo, señor!"

“...Comprendí que esa gente de bromas infantiles y procederes hidalgos,... que atravesaba el Riachuelo a nado, que venía de los más apartados arrabales para jugarse por un amigo, era mi gente, sentía la vida como yo, tenía mis valores, no se manejaba por palabras sino por realidades: era el pueblo, era mi pueblo, el pueblo argentino, ...tantas veces mencionado en los programas de los partidos políticos y en los editoriales de los diarios…”

No era una entelequia: era algo real y vivo. Comprendí donde estaba el nacionalismo. Me vi multiplicado en mil caras, sentí la inmensa alegría de saber que no estaba sólo, que éramos muchos”.

Sir David Kelly no era un nacionalista argentino en vías de descubrir al pueblo de carne y hueso cuando recibió el pedido de los gerentes de los ferrocarriles ingleses de quejarse al gobierno porque los trabajadores abandonaban sus tareas.

* EL TESTIMONIO DE PERÓN

“En la tarde de ese día decidí que era necesario ir a la Casa Rosada para decir que debían asumir la responsabilidad de proteger los ferrocarriles. Debo confesar que me impulsaba asimismo una enorme curiosidad por saber que estaba pasando. Al acercarme a la Casa Rosada había un cordón de policía montada, pero no hacía esfuerzo alguno por impedir el paso de la gente ni se metía para nada con la multitud. El chofer quería retroceder y tuve que insistir para que siguiera adelante a muy poca velocidad.

Tal como lo había esperado la multitud nos dio paso, no bien vio la bandera inglesa, limitándose a gritar en forma amistosa: -¡Abajo Braden! ¡Viva Perón!-. Llegué a la Casa Rosada y el ministro de Marina (el único que estaba en ese momento) me prometió que haría todo lo posible en el asunto de los ferrocarriles; pero por el momento ni el mismo estaba seguro de lo que estaba sucediendo.

Ni siquiera Perón estaba seguro. Las noticias que le llegaban al Hospital Militar hablaban de cientos de miles ocupando la Plaza de los grandes acontecimientos. En la avenida Luis María Campos, frente a las ventanas del Hospital, otra manifestación de avisados que se habían enterado de la presencia del coronel demostraba la veracidad de las noticias. Entre las muchas visitas que recibió en esa larga jornada estuvo un preocupado, ¿arrepentido?, Ávalos. No se conoce el contenido de la conversación, aunque los que la seguían desde lejos testimonian que el ministro gesticulaba ampulosamente. Perón no la recordaba, o no quería recordarla, cuando Félix Luna le preguntó sobre el tema.

“...A Ávalos lo vi en la Casa de Gobierno. Al menos no recuerdo haberlo visto a Ávalos en el Hospital Militar. El que vino a verme fue el general Pistarini, de parte de Farrell. Yo le dije: mire, yo hago lo que ustedes quieran...No soy una manzana de la discordia...Ustedes han hecho un disparate y ahí tienen las consecuencias...”

Entonces me llevaron a la Casa de Gobierno. Cuando llegué allí me encontré con Farrell, los ministros, los generales, etc. Me dijo Farrell: -Bueno, Perón, ¿que pasa? Yo le contesté:

- Mi general, lo que hay que hacer es llamar a elecciones de una vez. ¿Que están esperando? Convocar a elecciones y que las fuerzas políticas se lancen a la lucha...

- Eso ya está listo - me contestó - y no va a haber problemas.

- Bueno, entonces me voy a mi casa...

- ¿No, déjese de joder! -me dijo y me agarró de la mano- esta gente está exacerbada, nos van a quemar la Casa de Gobierno...Venga, hable.

Entonces fui al balcón y hablé lo que pude improvisar en aquel momento. Imagínese, ni sabía lo que iba a decir...¡tuve que pedir que cantaran el Himno para poder armar un poco las ideas! Y así salió aquel discurso...”

* Antes de la llegada de Perón, Ávalos había intentado utilizar a Mercante primero y al director de La Época, después para calmar a la multitud y lograr que la gente volviera a su casa. Sin intención de hacer caso a Vernengo Lima, que insistía en la idea de despejar la Plaza a balazos, hizo llevar a Mercante desde su lugar de detención al balcón de la Casa de Gobierno -donde se había instalado un micrófono, y (le exigió que) le dijera a la gente que Perón estaba a salvo. Mercante, sabiendo que otros trabajadores venían camino a la plaza, adoptó una maniobra dilatoria. Tomó el micrófono y comenzó su discurso con las palabras El general Ávalos. El juego produjo los resultados esperados. La multitud lo obligó a callarse y no lo dejó continuar. Mercante se encogió de hombros y Ávalos empezó a hervir.

La farsa continuó cuando Eduardo Colom sorpresivamente apareció en el balcón. El editor de La Epoca, el único periódico que apoyaba a Perón, agitó un ejemplar de la última edición y pidió permiso para dirigirse a la masa. Mientras Ávalos titubeaba, el temperamental Colom tomó el micrófono.

- “Compatriotas, - comenzó, - el general Ávalos me anuncia que el coronel Perón está en libertad”.
- “No lo creemos”, fue la respuesta del coro.

- “Yo tampoco, - continuó el periodista, -pero voy al Hospital Militar donde me espera, y dentro de quince minutos lo traeré a este balcón. En tanto nadie se mueva”.

* Pasadas las once de la noche, Perón apareció, acompañado por Farrell, en el balcón. Al ver su inconfundible figura, la imagen que durante toda la jornada había reclamado la gente, estalló una ovación que duró un cuarto de hora. [12][12]

El presidente pudo decir unas palabras, entre cánticos e interrupciones de la multitud, que no le mostraba hostilidad gritando -Farrell y Perón / un sólo corazón! La plaza entera cantó el Himno Nacional y, por fin, -Una explosión de multitud saludó su primera palabra:

Perón: -“¡Trabajadores!....”

De allí en adelante no fue un discurso sino un diálogo lo que se oyó. Un diálogo muy diferente al que días atrás había sostenido Vernengo Lima con el público selecto de Plaza San Martín; aquel había estado enmarcado por el recelo, la histeria y la intolerancia de un sañudo coro que rechazaba las palabras del orador. Este diálogo de la Plaza de Mayo era, en cambio, una comunión de amor y fidelidad consagrada una y cien veces por la multitud.”[13][13]

Perón: “-...hace casi dos años, desde estos mismos balcones, dije que tenía tres honras en mi vida; la de ser soldado, la de ser un patriota, y la de ser el primer trabajador argentino. Hoy, a la tarde, el Poder Ejecutivo ha firmado mi solicitud de retiro del servicio activo del Ejército. Con ello he renunciado voluntariamente al más insigne honor a que puede aspirar un soldado: llevar las palmas y laureles de general de la Nación. Ello lo he hecho porque quiero seguir siendo el coronel Perón, y ponerme con ese nombre al servicio integral del auténtico pueblo argentino...”

Perón: “...Dejo el honroso uniforme que me entregó la patria, para vestir la casaca del civil y mezclarme con esa masa sufriente y sudorosa que elabora el trabajo y la grandeza de la patria. Por eso doy mi abrazo final a esa institución que es el puntal de la patria: el Ejército. Y doy también el primer abrazo a esta masa grandiosa, que representa la síntesis de un sentimiento que había muerto en la República: la verdadera civilidad del pueblo argentino. Esto es pueblo..”.
-¡Es el pueblo! ¡Es el pueblo!..."

Perón: “...Esto es el pueblo sufriente, que representa el dolor de la tierra madre, que hemos de reivindicar. Es el pueblo de la patria. Es el mismo pueblo que en esta histórica plaza pidió frente al Congreso que se respetara su voluntad y su derecho. Es el mismo pueblo que ha de ser inmortal, porque no habrá perfidia ni maldad humana que pueda estremecer a este pueblo grandioso en sentimiento y número...”

Pueblo: - “¿Donde estuvo? ¿Donde estuvo?”

Perón: -"...Muchas veces he asistido a reuniones de trabajadores. Siempre he sentido una enorme satisfacción; pero desde hoy sentiré un verdadero orgullo de argentino, porque interpreto este movimiento colectivo, como el renacimiento de una conciencia de los trabajadores, que es lo único que puede hacer grande e inmortal a la patria..."

Perón: - "...Hace dos años pedí confianza. Muchas veces me dijeron que ese pueblo a quien yo sacrificaba mis horas de día y de noche, habría de traicionarme. Que sepan hoy los indignos farsantes que este pueblo no engaña a quien lo ayuda..."

Pueblo: - “¡Nunca! ¡Nunca!

Perón: - “...Por eso, señores, quiero en esta oportunidad, como simple ciudadano, mezclarme en esta masa sudorosa, estrecharla profundamente con mi corazón, como lo podría hacer con mi madre.”

Pueblo: - “¿Donde estuvo? ¿Donde estuvo?...”

Perón: - “...Preguntan ustedes donde estuve: estuve realizando un sacrificio que lo haría mil veces por ustedes. No quiero terminar sin lanzar mi recuerdo fraternal y cariñoso a nuestros hermanos del interior, que se mueven y palpitan al unísono con nuestros corazones desde todas las extensiones de la patria..."

Perón: “...Y ahora llega la hora, como siempre, para vuestro secretario de Trabajo y Previsión, que fue y seguirá luchando al lado vuestro por ver coronada esa era que es la ambición de mi vida: que todos los trabajadores sean un poquito más felices...”

Pueblo: - “¿Donde estuvo? ¿Donde estuvo?”

Perón: -“....Ante tanta nueva insistencia les pido que no me pregunten ni me recuerden lo que hoy yo ya he olvidado. Porque los hombres que no son capaces de olvidar no merecen ser queridos y respetados por sus semejantes. Y yo aspiro a ser querido por ustedes y no quiero empañar este acto con ningún mal recuerdo....”

Perón: “Pido también a todos los trabajadores amigos que reciban con cariño este inmenso agradecimiento por las preocupaciones que todos han tenido por este humilde hombre que hoy les habla. Por eso hace poco les dije que los abrazaba como abrazaría a mi madre, porque ustedes han tenido los mismos dolores y los mismos pensamientos que mi pobre vieja habrá sentido en estos días.”

Perón: “-Se que se había anunciado un movimiento obrero; ya ahora, en este momento, no existe ninguna causa para ello. Por eso les pido como un hermano mayor que retornen tranquilos a su trabajo. Y piensen. Hoy les pido que retornen tranquilos a sus casas...”

Pueblo: “¡Mañana es San Perón!”

Perón: “...Y por única vez...ya que nunca lo pude decir como secretario de Trabajo y Previsión...les pido que realicen mañana el día de paro...”

Pueblo: “¡Mañana es San Perón!

Perón: - “...festejando la gloria de esta reunión de hombres de bien y de trabajo, que son la esperanza más pura y más cara de la patria..."

Perón: - “...Recuerden que entre todos hay numerosas mujeres obreras, que han de ser protegidas aquí y en la vida por los mismos obreros, y, finalmente recuerden que estoy un poco enfermo de cuidado, y les pido que recuerden que necesito un descanso que me tomaré en el Chubut. Ahora para reponer fuerzas y volver a luchar codo a codo con ustedes, hasta quedar exhausto si es preciso...."

Perón: - “...Pido a todos que nos quedemos por lo menos quince minutos más reunidos, porque quiero estar desde este sitio contemplando este espectáculo que me saca de la tristeza que he vivido estos días...” [14][14]

Enrique Manson
Por Cátedra José María Rosa
Octubre de 2005
Gentileza” Grupo Jauretche

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EL SIGNIFICADO DEL 17 DE OCTUBRE

“El país ya era otro país y no quisieron entenderlo”, señala Arturo Jauretche refiriéndose a los viejos partidos políticos. Y agrega: “La nueva realidad no cabía ni en el sindicalismo, ni en los partidos políticos preexistentes... El 17 de octubre, más que representar la victoria de una clase, es la presencia del nuevo país con su vanguardia más combatiente y que más pronto tomó contacto con la realidad propia... Lo viejo no comprendía al país nuevo, tampoco se dio cuenta que ya no podía representar la dirección del país y mientras discutía sus rivalidades, el nuevo actor tomó posesión del escenario”. (*62).

* ¿Cuál es ese “nuevo país” al que se refiere Arturo Jauretche?
Puede afirmarse, como ya se ha señalado apelando a Pirandello, que desde 1935, en la Argentina, se mueven -varios personajes en busca de un autor. Por un lado, sectores del Ejército que ya no están dispuestos a continuar actuando como custodios de la usurpación y la entrega oligárquicas, que abominan de los ingleses y que, en el caso de algunos militares, sustentan una clara posición industrialista. Por otro, los trabajadores que se han ido nucleando en las nuevas fábricas del Gran Buenos Aires, provenientes en general del interior desvalido, resueltos a conseguir mejores salarios y mejores condiciones de trabajo, en esa Argentina industrial que va emergiendo.

También los empresarios nuevos, en general, hijos de la inmigración y titulares de capitales nacionales, a quienes interesa un mercado interno en expansión, protegido de la competencia extranjera. Asimismo, sectores de clase media pobre del interior del país, pequeños productores y comerciantes de economías devastadas, como también ese mundo de subocupados que ambula de cosecha en cosecha para malvivir y en general, todos aquellos que ven asfixiados sus horizontes por la vieja Argentina agropecuaria, de recursos inmovilizados (riqueza ictícola, minera, potencial hidroeléctrico, etc.).

Todos ellos confluyen, entre 1943 y 1945, en un gran frente nacional, cohesionados por su repudio al viejo país y a la dirigencia política tradicional, tanto de derecha como de izquierda, como así también por un ansia de crecimiento económico que satisfaga sus diversos reclamos.
Como en todo frente, estos diversos componentes mantienen diferencias laterales, antagonismos que se subordinan temporariamente en aras de la coincidencia general, pero que pueden, a veces, acentuarse hasta provocar la ruptura de esa alianza. Esas diferencias, esa multiplicidad de objetivos exige un unificador, un árbitro, alguien en quien todos depositen confianza, capaz de encontrar soluciones razonables para los diferendos entre las partes.
En los países coloniales y semicoloniales, donde el imperialismo expolia no solo a los trabajadores sino a amplias capas de la sociedad, es común la aparición de líderes populares que cumplen esa tarea de unificación y conducción. En el caso argentino, esos amplios sectores sociales que ansían concluir con el “viejo régimen” encuentran su hombre en Juan Domingo Perón.

La interpretación individualista de la historia, tanto sea para elogiar como para denigrar, supone que ese hombre es el responsable de todo, sea de los éxitos o de las catástrofes. En nuestro caso, dirá: Perón hizo el 17 de octubre.

La interpretación de la historia en función de la lucha de clases señala, por el contrario, que son aquellos actores sociales quienes logran encontrar a su autor y lo elevan entonces a la cabeza del frente convirtiéndolo en líder. Es decir: el 17 de octubre lo hizo a Perón.

Sin embargo, la relación dialéctica de continuas acciones recíprocas en pleno desarrollo de los acontecimientos torna muy difícil establecer hasta qué punto la actuación del líder es mero resultado de las fuerzas sociales que lo impulsan y hasta dónde sus condiciones personales juegan también un papel muy importante.

Baste recordar que un marxista - Trotsky- señalaba que si Lenin no hubiera llegado al imperio zarista en 1917, posiblemente la Revolución de Octubre no se hubiera realizado.

En el caso argentino, la interpretación correcta de lo sucedido -sin pretender glorificar a Perón, ni tampoco caer en el otro extremo de restar importancia a su actuación- posiblemente resultará de las polémicas que los investigadores lleven a cabo en el futuro, cuando los odios y los amores aun subsistentes se hayan amenguado o desaparecido.

Por ahora, parece posible sostener que esos nuevos protagonistas de la historia argentina, generaron -aquel 17 de octubre de 1945- un frente nacional de liberación que fue encabezado por Perón.

Como señala Jauretche, el viejo país no entendió aquello que pasaba delante de sus narices: ni a la clase trabajadora, ni al liderazgo emergente.

* Los conservadores
A medio siglo de distancia se comprende que la clase dominante, a través de los dirigentes conservadores, los grandes intelectuales y los grandes diarios, haya reaccionado lúcidamente contra estos sucesos, corroborando, una vez más, que es la única clase para sí , con clara conciencia de sus intereses.

Con respecto a la incomprensión por parte de la mayoría de dirigentes y base social del anterior movimiento nacional-el radicalismo-, la explicación parece residir en la incorporación de la vieja clase media al régimen semi colonial, así como su sumisión al poderoso aparato cultural de la oligarquía (la historia mitrista, el liberalismo económico, la literatura exquisita y lúdica, la democracia formal, la civilización y barbarie, etc.).

* La izquierda
Más grave aun es la incomprensión de las diversas agrupaciones de izquierda.

* Los socialistas
El Partido Socialista, sometido también a esa colonización pedagógica, se ha convertido en el partido de los consumidores (moneda sana y libre importación) con fuerte subordinación a Gran Bretaña.

* Los comunistas
En el caso del Partido Comunista, como ya se ha señalado, la alianza de la URSS con Inglaterra y Estados Unidos le resultó letal al convertir al antifascismo -y más aún, a la aliadofilia- en su táctica política y sindical.

Por todas estas razones, no se asombre pues, el lector, de los juicios que va a leer seguidamente.

* Los radicales

El liberalismo oligárquico, con su virulenta campaña antifascista, ha hecho estragos en la dirigencia radical. Nada queda en su pensamiento de los planteos populares de Irigoyen.

“El 17 de octubre (dicen), fue preparado por la Policía Federal y la Oficina de Trabajo y Previsión, convertida en una gran máquina de propaganda de tipo fascista, con ramificaciones en todo el país (...) Fue una reproducción exacta de las primeras manifestaciones populares del fascismo y del falangismo” (*63)

Según el comunicado emitido por la conducción unionista de la UCR, el paro pudo realizarse “usando de la coacción y la amenaza (...) y se ultrajó a la ciudadanía con la ayuda policial, en un espectáculo de vergüenza como nunca ha presenciado la Nación. (*64).

Sostiene, asimismo, que “el número de manifestantes no fue mayor de sesenta mil personas, de las cuales un 50 % lo constituían mujeres y menores, teniendo informaciones fehacientes de que muchos de estos recibieron dinero para concurrir (...) que los manifestantes vejaron a personas, asaltaron comercios, injuriaron a la población vivando a su candidato y llevando como lema o estribillo estas palabras: Viva la alpargata y mueran los libros, Haga patria matando a un estudiante. (* 65)…

De este modo, los viejos enemigos -radicales y conservadores- coinciden ahora en su vituperio a la presencia popular en la plaza histórica.

Sin embargo, debe reconocerse que lo hacen con ideas, mientras otros manifiestan ese mismo repudio a culatazos:

“...El 17 de octubre de 1945, yo era el responsable de la Casa y de la estructura física del Ministerio de marina en la Casa de Gobierno (...) La multitud desbordó la Plaza de Mayo y tiró las puertas abajo....
...Entraron los policías a caballo, era un revuelo increíble (...) entraron unos muchachos sudorosos y que se veían muy cansados. Comenzaron a dar vueltas alrededor mío y me miraban extrañamente. Les parecía mentira ver a un oficial parado ahí. Se acercó uno y me dijo: -¿Dónde está Perón? Lo queremos ver, venimos cansados de Ensenada. Le respondí: No sé dónde está Perón, debe estar arriba..."

Al tiempo, acudió un teniente con un pelotón de la compañía de infantería que custodiaba la Casa de Gobierno y me dijo:

“...Con su permiso, señor capitán, voy a hacer desalojar a toda esta gente. -Sí, le dije, pero con una condición: no dispare ningún tiro adentro del edificio, adentro del ministerio. Se retiraron entonces (...) Él dio una orden y los soldados pusieron rodilla en tierra, dieron vuelta sus fusiles -con la culata para adelante- y comenzaron a sacudirles las cabezas a los revoltosos. Sonaban sus cabezas que parecían mates..." (*67).

Así vivió ese día de octubre el marino “democrático” Isaac F. Rojas.

Para quienes desconocen la historia argentina y se dejan llevar por los rótulos, resulta asombroso que juicios coincidentes provengan de la titulada izquierda socialista y comunista.

“La Vanguardia”, por ejemplo, órgano del partido Socialista, afirma: -En los bajíos y entresijos de la sociedad hay acumuladas miseria, dolor, ignorancia, indigencia más mental que física, infelicidad y sufrimiento. Cuando un cataclismo social o un estímulo de la policía moviliza las fuerzas latentes del resentimiento, cortan todos las contenciones morales, dan libertad a las potencias incontroladas, la parte del pueblo que vive ese resentimiento y acaso para su resentimiento, se desborda en las calles, amenaza, vocifera, atropella, asalta a diarios, persigue en su furia demoníaca a los propios adalides permanentes y responsables de su elevación y dignificación.” (* 68)

La FUBA no se halla alejada de estos planteos y sostiene orgullosamente “se había dado una polarización de las fuerzas sociales en pugna: los sectores democráticos que concurrían a los despachos de la embajada norteamericana y los dirigentes gremiales y políticos pro peronistas que acudían a la Secretaría de Trabajo. (* 69)

Por su parte, la comisión gremial del Partido Socialista señala “...las exteriorizaciones carnavalescas, desmanes y atropellos inicuos producidos en -el paro, que fue ajeno a la decisión de los auténticos trabajadores organizados..."· (* 70)

A su vez, el Partido Comunista emite varias declaraciones en esos días. El 21 de octubre sostiene: “El malón peronista -con protección oficial y asesoramiento policial que azotó al país ha provocado rápidamente -por su gravedad- la exteriorización del repudio popular de todos los sectores de la República en millares de protestas. Hoy la Nación en su conjunto tiene clara conciencia del peligro que entraña el peronismo y de la urgencia de ponerle fin. Se plantea así para los militantes de nuestro Partido una serie de tareas que, para mayor claridad, hemos agrupado en dos rangos: higienización democrática y clarificación política..."

Por un lado, barrer con el peronismo y todo aquello que de alguna manera sea su expresión; por el otro, llevar adelante una campaña de esclarecimiento de los problemas nacionales, la forma de resolverlos y explicar, ante las amplias masas de nuestro pueblo, más aun que lo hecho hasta hoy, lo que la demagogia peronista representa.

En el primer orden, nuestros camaradas deben organizar y organizarse para la lucha contra el peronismo, hasta su aniquilamiento.

Corresponde aquí también señalar la gran tarea de limpiar las paredes y las calles de nuestras ciudades de las inmundas pintadas peronistas. -Que no quede barrio o pueblo sin organizar las brigadas de reorganización democrática (...) Nuestras mujeres (...) deben visitar las casas de familia, comercios, etc., reclamando la acción coordinada y unánime contra el peronismo y sus hordas. Perón es el enemigo número uno del pueblo argentino. (*71)

Días después, el periódico Orientación afirma: “Pero también se ha visto otro espectáculo, el de las hordas de desclasados haciendo de vanguardia del presunto orden peronista. Los pequeños clanes con aspecto de murga que recorrieron la ciudad no representan a ninguna clase de la sociedad. Es el malevaje reclutado por la Secretaría de Trabajo y Previsión para amedrentar a la población..."

En el mismo número de Orientación -dirigido por Ernesto Giudici- puede leerse: “Desde Avellaneda salían las bandas armadas del peronismo, obedeciendo un plan de acción dirigido por el coronel y sus asesores nazis (...) El peronismo logró engañar a algunos sectores de la clase obrera (...) y esos sectores engañados fueron en realidad dirigidos por e! malevaje peronista, repitiendo escenas dignas de la época de Rosas; y remedando lo ocurrido en los orígenes de! fascismo en Italia y Alemania, demostró lo que era, arrojándose contra la población indefensa, contra el hogar, contra las casas de comercio, contra el pudor y la honestidad, contra la decencia, contra la cultura, e imponiendo el paro oficial, pistola en mano y con la colaboración de la policía que, ese día y al día siguiente, entregó las calles de la ciudad al peronismo bárbaro y desatado.” (...)(*73)

La casi totalidad de los grupos de izquierda caen en categorizaciones erróneas al intentar definir la jornada del 17. Para los viejos anarquistas, resulta el fascismo redivivo o el Estado que aplasta las libertades individuales. Para el sector trotskista que orienta Nahuel Moreno, "el 17 de octubre es uno de los tantos golpes de cuartel (... )" (*74). Y Perón sería un agente de imperialismo inglés en retirada.

Solo el grupo de origen trotskista que se expresa en el periódico Frente Obrero, bajo la orientación de Aurelio Narvaja, reconoce los aspectos fundamentales de la movilización popular y su carácter históricamente progresivo:
“Los acontecimientos de los días 17 y 18 de este mes, han dejado perplejos y confundidos a los stalinistas, socialistas y, en general, a toda la pequeña burguesía que se hallaba bajo el influjo ideológico de la oligarquía y del imperialismo.” (...)

Durante los largos meses transcurridos desde el 4 de junio de 1943, los stalinistas, con el apoyo de los socialistas, llamaron en varias ocasiones a la huelga general. Salvo algunos sectores obreros de la construcción, la clase obrera permaneció insensible a sus llamados y el más estrepitoso fracaso coronó sus esfuerzos por defender la “democracia”. .. Y ahora, he aquí que un militar, un recién llegado o poco menos, logra sacar al proletariado de sus fábricas y talleres y lanzarlo a la calle, con el solo apoyo de un débil equipo de dirigentes sindicales de alquiler y sin ningún gran diario que apoye su política.

“La misma masa popular que antes gritaba -¡Viva Yrigoyen!, grita ahora '¡Viva Perón!”.

Extraído de la obra de Norberto Galass: “Perón. Formación, Ascenso y Caída” (1898-1955) Tomo I - Ediciones Colihue - Grandes biografía - 2005.

Bibliografía:
1 Diario La Época, 17/10/1945.
2 Jauretche, Arturo, Escritos Inéditos, ob. cit., p. 159. ) Revista Dinamis, octubre de 1972.
4 Marechal. Leopoldo, en Chávez, Fermín (comp.), La jornada del 17 de Octubre por 45 Buenos Aires, Ediciones Corregidor, 1996, p. 35.
5 Diario La Época, 17/10/1945.
6 Scalabrini Ortiz, Raúl, Tierra sin nada. Tierra de profetas, ob. cit.
7 Diario La Época, 17/10/1945.
8 Chávez, Fermín, Perón y el peronismo en la historia contemporánea, tomo Il, ob. cit., p. 51.
9 Testimonio de Sábato, Ernesto, en Tres revoluciones, ob. cit., pp. 67-68.
10 Perelman, Ángel, Cómo hicimos el 17 de octubre, ob. cit., pp. 75-76.
II Salas, Horacio, Conversaciones con Raúl González Tuñón, Buenos Aires, Ediciones La Bastilla, 1975, p.125.
12 Chávez, Fermín, Perón y el peronismo en la historia contemporánea, tomo !I, ob. cit., p. 52.
13 Perelman, Ángel, Cómo hicimos el 17 de octubre, ob. cit., p. 75.
14 Reyes, Cipriano, Yo hice el 17 de octubre, ob. cit., pp. 228-230.
15 Testimonio de Orsi, René, en Reseña histórica del Partido Justicialista de La Plata, 1945-1955, ob. cit., p. 205.
16 Testimonio de Reyes, Cipriano, en ibid., p. 216.
17 Testimonio de Giadas, Juan Carlos, en ibid., p. 228.
18 Miguens, José, en Chávez, Fermín (comp.), La jornada del]7 de octubre por 45 autores, ob. cit., p. 100.
19 Barainca, Eduardo en revista Realidad Económica, NQ 135, p. 101.
20 Revista Primera Plana, 19/10/1965.
21 Reyes, Cipriano, Yo hice el17 de octubre, p. 229.
22 Perelman, Ángel, Cómo hicimos el17 de octubre, ob. cit., p. 77.
2J Kelly, David, El poder detrás del trono, ob. cit., pp. 68-69.
24 Brum, Blanca Luz, en Chávez, Fermín (comp.), La jornada del17 de Octubre por 45 autores, Buenos Aires, Ediciones Corregidor, 1996, p. 79.
25 Diario Clarín, 15/10/1995.
26 Giussani, Pablo, en revista Extra, octubre de 1965.
21 Revista Dinamis, octubre de 1972, citada por Chávez, Fermín (comp.), La jornada del 17 de Octubre por 45 autores, ob. cit., p. 32.
28 Borges, Jorge Luis, en revista CHE, 18/10/1960.
29 Martínez Estrada, Ezequiel, ¿Qué es esto?, Buenos Aires, Editorial Lautaro, 1956, pp. 23, 32, 33,55, 65 Y 89.
30 Ghioldi, América en revista CHE, 18/10/1960. Buenos Aires, Ediciones Trafac, 1957, p. 14.
31 Pérez Leirós, Francisco, en revista CHE, 18/10/1960.
32 Ramos, Jorge Abelardo, Perón, Buenos Aires, Ediciones Amerindia, 1959, p. 34.
33 Oliver, María Rosa, Mi fe en el hombre, Buenos Aires, Editorial Carlos Lolhé, 1981, p. 343.
34 Jauretche, Anuro, Los profetas del odio.
35 Brum, Blanca Luz, en Chávez, Fermín (comp.), La jornada del17 de Octubre por 45 autores, ob. cit., p. 79.
36 Bunge de Gálvez, Delfina en diario El Pueblo, 25/10/1945 .
37 Benítez, Hernán, en revista CHE, 18/10/60. /
38 Testimonio de Lucero, Franklin, en Chávez, Fermín, Perón y el peronismo en la historia contemporánea, tomo 1I, Buenos Aires; Editorial Oriente, 1984, p. 54.
39 Tanco, Raúl, en Chávez, Fermín, Perón y el peronismo en la historia contemporánea, tomo II, ob. cit., p. 54.
40 Chávez, Fermín, Perón y el peronismo en la historia contemporánea, tomo Il, ob. cit., p. 55.
41 Scalabrini Ortiz, Raúl, Tierra sin nada. Tierra de profetas, ob. cit., p. 33.
42 Vanasco, Alberto en revista Macedonio, N2 9/10, otoño 1971.
43 Scalabrini Ortiz, Raúl, Tierra sin nada. Tiempo de profetas, Editorial Reconquista, Buenos Aires, 1947.
44 Russo, Héctor en Chávez, Fermín, Perón y el peronismo en la historia contemporánea, tomo Il, ob. cit., p. 54.
45 Pavón Pereyra, Enrique, Perón, el hombre del destino, tomo 1, ob. cit., p. 297.
46 Diario La Razón, 17/10/1945.
47 Real, Juan José, 30 años de historia argentina, ob. cit., p. 79.
48 lb íd.
49 Diario Crítica, 17/10/1945.
50 lbíd.
51 Pavón Pereyra, Enrique, Perón, el hombre del destino, tomo l, ob. cit., p. 297.
52 Pavón Pereyra, Enrique, Perón, el hombre del destino, tomo 1, ob. cit., p. 299.
53 Luna, Félix, El 45, ob. cit., p. 427.
54 Testimonio de Plater, Guillermo, en Chávez, Fermín, Perón y el peronismo en la historia contemporánea, tomo 11, ob. cit., p. 57.
55 Luna, Félix, El 45, ob. cit., p. 374.
56 Colom, Eduardo, 17 de octubre. la revolución de los descamisados, Buenos Aires, Editorial La Época, 1946,p. 104.
57 Luna, Félix, El 45, ob. cit., p. 427.
58 Barrios, Américo, Con Perón en el exilio, ob. cit., p. 62.
59 Perón, Juan Domingo, El pueblo quiere saber de qué se trata, ob. cit., pp. 185-187. 60 Luna, Félix, El 45, ob. cit., p. 370.
61 Lucero, Franklin, El precio de la lealtad, ob. cit., p. 37.
62 Jauretche, Arturo, en diario El Mundo, 17/10/1965.
63 Declaración de la Unión Cívica Radical en diario La prensa, 25/10/1945, citada por Chávez, Fermín, Perón y el peronismo en la historia contemporánea, tomo II, ob. cit., p. 69.
64 Luna, Félix, El 45, ob. cit., p.- 382.
65 Ibíd., p. 383.
66 Hardoy, Emilio J., No he vivido en vano, Buenos Aires, Marymar, 1993, pp. 208-209 Y 215.
67 González Crespo, Jorge, Memorias del Almirante Rojas. Conversaciones con Jorge González Crespo, Buenos Aires, Editorial Planeta, 1993, p. 140.
68 Periódico La Vanguardia, 23/10/1945.
69 Almaraz, Roberto, Porchór, Manuel y Zemborain, Rómulo, i Aquí FUBA! Las luchas estudiantiles en tiempos de Perón.1943-1955, ob. cit., p. 53.
70 Luna, Félix, El 45, ob. cit., p. 384.
71 Declaración del Partido Comunista, del 21/10/1945, citada por Puiggrós, Rodolfo, en El peronismo: sus causas, ob. cit., p. 182.
72 Periódico Orientación, 24/10/1945, citado por Luna, Félix, en El 45, ob. cit., p. 380.
73 1bM.
74 Periódico Frente Proletario, 20/8/1948.
84 lbíd.
85 lbíd., p. 138. 86 lbíd., p. 139.
87 lbíd., p. 140.
88 lbíd., p. 141.
89 lbíd., p. 143.
90 lbíd., p. 144.
91 lbíd., p. 146.
92 Diario La Nación, 17/10/1945.
93 Diario La Época, 18/10/1945.

AUTOR DEL FORMATO PARA “CADENA DE DIFUSIÓN”, ARNALDO SALVINI cadenadedifusion@yahoo.com.ar

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